ECOFEMINISMO por Juan Diego Garzón Sánchez


“No se progresa, se destruye”


Vivimos en un sistema que le ha declarado la guerra a la vida, un sistema económico que para mantenerse tiene que crecer de forma ilimitada, chocando así, con los recursos físicos limitados de la tierra.
Yayo Herrero es una antropóloga, ingeniera, profesora y activista, que se ha configurado, como una de las principales defensoras en Europa del ecofeminismo. Una teoría y una práctica, que permite vincular opresiones, y entender el mundo combinando, de herramientas de la ecología social y el feminismo.
En esta entrada, desarrollaremos de forma parcial, tres puntos claves para entender los problemas del sistema actual, con sus respectivas miradas ecofeministas. Un modelo que sitúa en el centro de interés la conservación de una vida humana digna y compatible con la naturaleza.
VAMOS CON ELLOS
1. Aprender de la lógica de la vida: Somos seres radicalmente ecodependientes y sujetos a una característica central de la naturaleza, y es la de que tiene límites físicos. Si las demandas continúan al ritmo de crecimiento actual, se necesitaría el equivalente a dos planetas para el año 2030.
El camino hacia la sostenibilidad está forzosamente marcado por la disminución de la extracción y la generación de residuos, además de apostar por las economías locales y los circuitos cortos de comercialización, restaurar una buena parte de la agricultura campesina, disminuir el transporte y la velocidad, aprender de la sabiduría acumulada en las culturas sostenibles, y situar el cuidado de las personas en el centro del interés.
2. La economía convencional, en guerra con los territorios y los cuerpos: A partir de procesos coloniales y neocoloniales, los países privilegiados, extraen y explotan los trabajos, los tiempos, y los recursos de otros lugares, dejando por tanto a las personas que viven en ellos en situaciones muy comprometidas, expulsados a los márgenes de la vida, cuando no, de la propia vida. Si países europeos, restringieran la entrada de recursos procedentes de África, Sudamérica o países en guerra, cualquiera de los países llamados “ricos”, sólo se sostendría dos meses.
Es interesante considerar la posibilidad de establecer rentas mínimas, rentas máximas, una fiscalidad progresiva, y otras medidas que redistribuyan la riqueza de manera justa.
3. La crisis de cuidados en nuestras sociedades urbanas: El envejecimiento de la población y mantenimiento de la vida hasta edades muy avanzadas, en muchos casos en situaciones de fuerte dependencia física, exige una mayor dedicación a las personas mayores, y quienes se han ocupado del mantenimiento y del cuidado de estos cuerpos vulnerables a lo largo de la historia hasta nuestros días, han sido mayoritariamente mujeres, no por estar mejor dotadas genéticamente para cuidar de la vida, sino por vivir en sociedades patriarcales que con mecanismos materiales y simbólicos, imponen de forma no libre, que sea mayoritariamente las mujeres quienes realicen estos trabajos. ¿Qué tipo de mecanismos? De socialización, por ejemplo; desde que nacemos, son las mujeres socializadas para interiorizar en mucha mayor medida el sentido del deber de cuidar los cuerpos, sobre todo de los integrantes de la familia, que son las verdaderas corporaciones del patriarcado.
El trabajo de cuidados muchas veces es penoso. Como es inevitable e imprescindible, lo justo sería su reparto. Los hombres y la sociedad en su conjunto se tiene que hacer responsable de sostener la vida humana.
En el capitalismo no se progresa, se destruye, se margina y se discrimina por sexo, raza y clase social. Se destroza el planeta tierra. Se acapara de manera inhumana grandes cantidades de riqueza, y a la vez, se condena a millones de personas a la pobreza.
Derrumbemos el capitalismo. No es cuestión de partidos políticos, es cuestión de supervivencia. Enfoquemos un nuevo modelo donde la producción esté ligada al mantenimiento de la vida y coloque a esta misma en el centro. Las dimensiones ecológicas y feministas son imprescindibles para este nuevo sistema.
“La economía global no tiene otra conducción que el interés privado de muy pocos.”
José Mujica.

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